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Prohibido no pisar, en el Centro Recoleta
Gustavo Romano y sus fotos del suelo
El día de la inauguración, un grupo de invitados se acerca puntualmente a la sala Prometeus del Centro Cultura Recoleta, pero adentro... no hay nada. Una chica, muy cómoda en un sillón que obstaculiza el acceso, mira con desconcierto a los visitantes. De pronto se encienden luces y se oye ruido de vendedores ambulantes; de boy scouts que pasan desfilando.
El público tiene miedo de pisar ciertas fotografías vinílicas en el suelo, apenas distinguibles del cemento, que reproducen en escala real tres sectores de la ciudad de México. Entonces aparece el autor. "Señores, pierdan cuidado", anuncia. Y señala un cartel con el título de su obra: Pieza sonora para ser caminada.
"Quise poner lo sonoro como escenario; trasladar el campo de percepción, que suele enfocarse en lo visual –declara el artista plástico Gustavo Romano, cuya puesta podrá ser visitada hasta el 25 de abril–. Viajé a México para fotografiar espacios públicos. Lo hacía a primeras horas de la mañana, cuando no había gente. Luego, a horas pico, registraba el audio. Grababa cinco minutos en cada metro cuadrado. Por eso, el sujeto retratado no es tanto el piso como las situaciones. A la gente no se la ve: se la escucha."
Paso a paso
El primer registro es un fragmento de una plaza en el barrio de Coyoacán. Al fondo se extiende una toma más grande, de El Zócalo, centro del Distrito Federal. En el medio se ubica un registro de la línea 2 del subterráneo azteca, tomada al borde de la puerta del vagón.
"Me causó gracia ver a cuatro o cinco personas sobre los dos metros cuadrados de la obra. Me recordó a la gente que veía apiñada –explica Romano–. Fue complicado fotografiar el subte... sobre todo porque está prohibido. Esta línea, tras llegar a la última estación, se guarda unos instantes para el cambio de vía. Entonces me escondí y tuve algo de tiempo."
El registro de la plaza céntrica fue un trabajo de hormiga. "Para lograr una buena definición hice 168 tomas. Me acercaba al suelo para fotografiar cada fragmento y compuse el total en la computadora –dice de su triatlón artístico–. Empecé a la madrugada, para evitar a los feriantes. El paso del tiempo se nota en el cambio de iluminación. De algún modo, también quise retratar el tiempo."
Un aspecto central de la pieza es la estimulación auditiva: captar sonidos del ambiente a los que nadie suele prestar atención. "Fue bárbaro trabajar en México porque allá los estímulos visuales son muy fuertes. Es exótico, muy atractivo para cualquier fotógrafo –comenta–. Pero yo no miraba al horizonte, sino al piso. Buscaba lugares como cualquier turista, aunque caminaba mirando el piso y escuchando. Y sí, en algún momento me choqué con alguien."
Jorge Luis Fernández