Por Fabián Lebenglick |
JORGE MACCHI Y GUSTAVO ROMANO EN EL MAM
El museo del oído y el
tiempo
Desde su exposición
anterior -hace
tres meses en la galería Ruth Benzacar-, Jorge
Macchi (1963)
está haciendo un giro que va del ojo al oído. Tanto en aquella oportunidad como
en las nuevas obras que presenta en el Museo de Arte Moderno, el artista pasa de
la galaxia Duchamp a la galaxia Nauman, del concepto definido por la mirada
al que se
define por la escucha.
A mitad de año presentó una serie de obras en torno del accidente y la fatalidad, en las que la pieza central
era un gigantesco pentagrama cuyas líneas
estaban trazadas con textos de diarios que narraban accidentes y muertes
violentas, pero la clave estaba dada por
una música incidental que interpretaba (literalmente) las formas visuales. Por otra parte, en los choques, chirridos y
roturas que se evocaban en las demás obras, pesaba también el sonido
como complemento notoriamente
ausente, pero inevitablemente asociado.
En su nueva muestra del MAM, Macchi presenta seis
monitores de video en los que se ven
distintos porteros
eléctricos mientras se dramatizan
-por los auriculares- seis historias de amor atravesadas por traiciones y sospechas. Pareciera que en las seis
historias del MAM, el crecimiento y
el componente sonoro trajera como
consecuencia un adelgazamiento en la
elaboración de la imagen.
Junto con Macchi también Gustavo Romano (1958)
presenta en el MAM un par de obras tan bellas como inteligentes. "La
tarde de un escritor' está relacionada con la secuencia amorosa radiográfica que
mostró
en el ICI (1994). Aquí, una