Anonimato urbano
Jorge Macchi y Gustavo Romano subrayan en "Evidencias circunstanciales", que se exhibe en el Mamba, la despersonalización de la vida actual.
Jorge Macchi (nacido en 1963 en Buenos Aires) y Gustavo Romano (nacido en 1958 en Buenos Aires) son dos artistas cuyas obras se inscriben dentro de los neoconceptualismos de los años noventa. En esta oportunidad han trabajado con temáticas emparentadas. Presentan video-instalaciones con el título "Evidencias circunstanciales", en la sala Perspectivas del Museo de Arte Moderno.
Durante las décadas del 50 y del 60, en diversos centros de la cultura occidental, se experimentó una especie de eclosión de la pintura y de la escultura, cuyo resultado fue la aparición de los movimientos de arte cinético, de acción, conceptual, de procesos y el land-art, entre otros.
Uno de los nuevos medios artísticos que se sumó, desde principios de la década del 60, a esa eclosión estética, fue el video, con sus diversas ramificaciones (video acción, video experimental, videoesculturas, etcétera). Entre los pioneros internacionales de esta disciplina se cuentan Nam June Paik y Wolf Vostell y, entre los actuales, se destacan Bill Viola y Garty Hill. En nuestro país se dieron algunos antecedentes aislados en la década del 60; en la actualidad, son las generaciones más jóvenes las que demuestran su interés por este medio creativo, que permite establecer relaciones con otras disciplinas como la música, el teatro, la danza, la literatura, la informática y también, la televisión común.
Entre 1994 y 1998, Jorge Macchi realizó residencias en el exterior, invitado por fundaciones e instituciones europeas. En 1991 y 1998 recibió el subsidio a la creación de la Fundación Antorchas. Su obra principal en esta muestra, Seis historias de amor, consiste en seis transmisiones simultáneas de seis videos diferentes, pero parecidos, cuyos audios pueden ser escuchados de manera individual, mediante auriculares. Las imágenes muestran un movimiento mínimo de cámara, ésta enfoca puertas anónimas de edificios de la ciudad y queda luego fija frente a los porteros eléctricos. No se ve a ninguna persona, pero se pueden escuchar fragmentos (de entre cuatro y siete minutos) de pequeñas historias cotidianas que suceden en el interior de algún departamento. La otra obra presentada por el artista es el poema "Un charco de sangre", armado con recortes de crónicas policiales pegadas en una pared.
Gustavo Romano
Este artista recibió en 1995 el subsidio a la creación de Fundación Antorchas y recientemente participó en el I Festival de Arte Electrónico realizado en esta ciudad. Sus obras en la muestra del Mamba son La espuma de los días y La tarde de un escritor. La primera es una caja con espejos y una proyección de video, en la que se ve el vertiginoso pasaje de las hojas de una agenda abierta con una pila de fotos. En un minuto pasan los 365 días del año. Los espejos multiplican la visión al infinito. La segunda es una proyección que muestra sólo el esqueleto de una mano, que escribe un texto invisible de manera continua.
En la exposición, de fuerte contenido existencial, hay un clima unitario en el que prima la sensación de anonimato, de que se exhiben situaciones corrientes y multiplicables. La negación de cualquier utopía rectora, la chatura y, al mismo tiempo, el tono trágico que deriva de ella, la falta de vitalidad, el desencanto y la despersonalización son algunos de los climas que envuelven al espectador. Se trata de una especie de evaluación de la vida de fines de siglo.
Por Mercedes Casanegra
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